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20 Noviembre 2009 Bogotá
20 Noviembre 2009 Bogotá
-Necesitamos conversar. Le Dijó Mauricio.
Camila llevaba más de 4 años trabajando para la
sección nocturna del periódico nacional y durante ese tiempo, esta sección se
había convertido en una de las más populares. Publicación tras publicación los
seguidores aumentaban. Era un vicio incontrolable leer cada letra de esta
escritora quien plasmaba con tanta pasión en el papel sus palabras cada semana.
Eran crónicas
sangrientas e historias homicidas que salían a la luz bajo el destello de la
luna. El secreto de la noche eran fuente de inspiración y aquella autora del
relato "Crónica de un homicidio terrenal". Su primera publicación nacional, se había
transformado en un ser tan misterioso como la noche misma.
-Llevo noches sin dormir. Dijo inseguro Mauricio de pie
ante Camila.
–Seguro ha sabido
aprovechar tanto como yo el don de no poder dormir, ¿Verdad Mauricio? Ella
respondió.
Cada palabra de Camila era enigmática,
cada mirada penetrante y la inseguridad que inundó sus pasos al entrar por
primera vez al periódico a sus 20 años se había convertido en arrogancia. Ahora
ella era una estrella flotando entre letras y el Tac Tac de sus tacones
avizoraba ahora deseo y malicia.
-Tus crónicas son maravillosas, emocionantes y
ambiciosas. Quiero conocerte más. Y antes de cualquier respuesta o cualquier pregunta
solo permíteme acompañarte esta noche. Dijo el editor
-Lo haré en silencio, lo prometo. Agregó mientras ella sonreía
Mauricio, El editor quien la
había contratado años atrás, llevaba un largo tiempo delirando por Camila. Cada noche antes de intentar dormir, leía las
crónicas nocturnas del periódico, leía sin falta cada una y se iba a la cama
añorando a su autora, añorando ser parte de una de aquellas historias; Sin
importar el fin, con tal de ser inspiración para ella.
-No creo que en realidad
quieras pasar la noche conmigo… En las calles. O tal vez si. Pero aun no estas
listo. Respondió la mujer con ironía y continuó caminando hacia su oficina.
Mauricio
se sintió avergonzado e impotente, su cargo como editor no estaba siendo
minimizado pero su autoridad se ponía a prueba ante aquellos ojos negros y aquel
cabello lacio de minifalda. Así que meciendo su cabeza y con un gesto altivo también
continuo camino a su oficina.
Eran las 5 :00 de la tarde y
el sol empezaba a caer sobre Bogotá. Sería otra de las tantas noches en vela de
Mauricio y una crónica más para la sección de Camila.
La noche cayo fría, las calles
empezaron a quedar solitarias y la fecha que empezaba a dar paso al fin de año
auguraba tragedias en la calles y alimento literario para Camila.
Todos abandonaron las instalaciones del periódico y ella decidió mantenerse
sentada por unas horas observando el callejón oscuro que comunicaba el
edificio con la avenida principal. Estaba completamente sola, lo presentía y
también lo necesitaba. Era su cumpleaños número 25 y nadie lo sabia. Miró al
cielo y recorrió con su mente el camino que la había conducido hasta esa noche.
-“Crónica de un homicidio terrenal” balbuceó entre un gran
suspiro. Como olvidar aquella noche en
la que su imaginación paro de fantasear y su delicado estilo literario decidió
adoptar un tono realista y brutal, tan brutal como las muertes que había
convertido en prosa para alimentar una página semanal. -Como olvidar mi
primera crónica nocturna, pensó y en un acto de honor hacia ella, recogió
su libreta del anden, abotono su gabardina negra y caminó por la avenida en
busca de inspiración para poder regresar a casa satisfecha.
Sin embargo, eran ya 4 años de
andanzas callejeras, noches en vela en compañía de un silencio más asesino que
sus protagonistas de crónicas y de la
mano desagradecida de la soledad absoluta.
Fue entonces cuando se detuvo
y pensó en Mauricio. Quien diferente a él podría ayudarla a deshacerse de su
desdicha existencial. Quien diferente a él podría hacerle recordar su camino.
Ahora era ella quien anhelaba observar de frente aquellos ojos color miel que evadía con cada mirada ingenua entre persianas de oficina.
Tac Tac tac… sonaban contra el suelo los tacones de Camila. Tac Tac Tac…sonó la puerta de la casa de
Mauricio, Tac Tac Tac sonaron los dos corazones cuando Camila dijo –Buenas noche
compañero de insomnio.
Continuará…