Bogotá Enero 25 2010
Luego de varias semanas sin
poder redactar ni un centímetro en prosa, Camila decidió regresar a aquella
habitación bendita donde había perdido la inspiración.
Masticando sus uñas ya
mordidas, por la ansiedad de sus páginas blancas, golpeó de nuevo la puerta de
Mauricio. Pasaron 5 minutos y luego de
varios ‘golpecitos decentes’, palmoteó con desespero aquella puerta que no se
abrió. Entonces se sentó y espero en
silencio a que él apareciera.
-¿Cómo estás Camila?. Preguntó Mauricio sonriendo al verla sentada junto a su
puerta. Y un poco tensionada ella respondió
–Bien, a
pesar de lo que me pasa. ¿Has oído hablar de ello en el periódico?
-Eeh, no, bueno, no mucho. Él titubeo.
Camila llevaba dos meses sin
poder escribir y su sección semanal, de exitosas crónicas nocturnas, estaba
reducida a noticias breves de relatos insípidos que un nuevo practicante
universitario realizaba.
Eran ya distintas noches sin
dormir, imaginado, caminando por la ciudad que lucia tan inspiradora como
siempre, pero aún así ella no podía
escribir.
-Es alguna crisis por la que supongo y espero todos
aguardamos momentáneamente. Dijo Camila un poco perturbada. Pero hoy solo quería verte. Agregó.
-Pasa. dijo
Mauricio, mientras servía dos copas de vino, del mismo que compartieron la
noche de sus cumpleaños.
-¿Recuerdas nuestra primera noche en esta habitación? Preguntó él.
-Claro, como olvidarla. Ella respondió.
Aquel 20 de noviembre del año anterior, se había
convertido en lo único que recordaba Camila, ella solo quería correr a los
brazos de él en cada anochecer y un huir con cada amanecer. Mauricio se había
convertido en su única crónica nocturna y sus letras se habían reducido a una
página en blanco sobre su escritorio. Había utilizado su noche semanal de
aventuras en la cama de Mauricio y el resto de sus lunas anhelando regresar al
él, mientras mordía sus uñas. Era como si aquella vez en la que decidió
buscarlo le hubiesen arrebatado esa chispa maliciosa que la encendía cada
noche, era como si alguien hubiese borrado el don de su interior.
Esta noche más que cualquier otra, ella necesitaba saciar
sus intenciones hasta aniquilarlas y regresar a su estado natural. Necesitaba regresar
a las sombras que ocultaban de corazones ingenuos su verdadera técnica de
inspiración. Camila no estaba enamorada, pero lo deseaba, lo buscaba y había
decidido realizar una crónica más, antes de asesinar su sentimiento. Había
decidido aquella noche escribir el último párrafo de un gran final, porque sin
darse cuenta había estado trabajando por semanas en una verdadera crónica
pasional.
-Estas
alterada. Afirmó Mauricio -Puedes relajarte hoy conmigo y buscar tu inspiración
en mis sabanas, agregó con picardía e ironía
Entonces todo fue más claro aún para Camila y
complaciente ella sonrió mientras dijo:
-¿Recuerdas
que algún día preguntaste si podías salir a caminar conmigo en una de mis
aventuras nocturnas? Esta noche presiento estas listo…
Continuara...
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