miércoles, 5 de febrero de 2014

Especial de Febrero (Através de LA VOZ, Revista hispana del Valle de Hudson en Nueva York)

Sueño Americano

Tomando café con Javier

Por Maria Fernanda Malaver

(Un colombiano en el Valle de Hudson)

Javier CrespoJavier Crespo
Javier Crespo, es un colombiano nacido en la capital del país, Bogotá. Llegó a Estados Unidos huyendo de la violencia de finales de los 90 y por ende de la falta de oportunidades que le ofrecía su país en ese entonces. Luego de doce años radicado en el estado de Nueva York afirma estar buscando sus raíces y sobre todo, encontrándose a si mismo. 
“Yo necesitaba salir de allá, estaba como en una huida” fue lo primero que dijo al preguntarle por qué había decidido salir de Colombia. Se sentía abrumado por la violencia y aburrido de solamente sobrevivir. Él quería vivir de verdad.
A sus 16 años, había estudiado joyería en Bogotá y con esta habilidad para crear artesanías en oro, pagó su carrera como educador en la Universidad Pedagógica de Colombia. Trabajó durante 4 años en diferentes escuelas y vivía el día a día. Como muchos en Colombia.
“Estaba cansado de tanta violencia y de la falta de oportunidades. Por eso decidí hacer los papeles para venirme a Estados Unidos. No estaba en busca del sueño americano. Pero acá estoy y he vivido todo aquello que he querido” dijo mientras le agregaba la primera cucharada de azúcar al café.
En 2001, dos semanas despues del inolvidable 11/09 y luego de un extenso papeleo en Colombia, con tan solo 26 años y 150 dólares en su bolsillo, llegó al Valle de Hudson, el lugar que desde ese año se convertiría en su hogar.
Empezó a trabajar como la mayoría de latinos en este país. Lavó platos en varios restaurantes, limpió baños, atendió mesas, y muchos otros trabajos temporales que le ayudaron a madurar como persona y a centrar su camino. “¡Ah! Yo era profesor y me vine de ‘todero’ a un país que ni conocía”. Pero su sueño nunca dejó de tener alas, él quería ser profesor en este país.
Y así fue. Luego de un año de una intensa búsqueda de estabilidad, logró ingresar como maestro de español en BOCES de Kingston, NY. Allí inició una larga carrera como profesor, ganó meritos académicos, se destacó como docente y alargó día tras día su lista de estudiantes. “He conocido el mundo a través de mis estudiantes”, reflexiona.
Luego de un gran ciclo como educador decidió explorar nuevas oportunidades. Se casó con una estadounidense e ingresó a la universidad para estudiar Negocios Internacionales. Ahora es profesional en este campo, sumándole una nueva habilidad a su currículum y una experiencia importante más a su vida luego de su divorcio.
“Han pasado varios años, han pasado varias cosas y siento que es momento de buscar mis raíces. Es momento de reencontrarme conmigo mismo”, expresó entre varios sorbos de café y con su mirada apuntando al techo de su pequeño pero impecable hogar en Port Ewen, el lugar en donde compartió su confesión.
¡Él sigué soñando! pero ahora lo hace para ejercer su habilidad artística y reencontrarse con sus raíces. “He viajado a lugares increíbles. Quiero saber, despues de todo esto, quién soy ahora”. Javier es dueño de las dos caras del ser humano; es racional, un hombre de negocios y al tiempo es artista: joyero y dibujante. En efecto, tiene  dos caras y se busca entre la multitud que ahora lo rodea.
Puede ser un delirio existencial o una migaja de incipiente locura, pero eso a él no le importa, está dispuesto a enfrentar un nuevo reto en su vida y explotar sus habilidades a través del arte, porque tiene claro que su pasión es la joyería.
“El Hudson Valley es un lugar mágico, mi espiritú está más libre aquí, por eso creo que es el espacio y el momento para esta etapa de renacimiento en mi vida”, concluyó.
Despues de todo, y al final de un cafecito colombiano es evidente que para este hombre latino, con facciones de ascendencia indígenas, tipicamente colombianas, que aún no olvida el aroma del café de su tierra, aquí esta su lugar.

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