viernes, 10 de enero de 2014

CAMILA (DESENLACE)


CAMILA (DESENLACE)

Bogotá
 25 de Enero de 2010

-Esta noche será tu turno cuando se abra el telón. Le dijo ella a su aprendiz.
- ¿Que debo hacer entonces? El inquieto preguntó.
-Seguro que sabrás que hacer. Ella empuñando los ojos respondió mientras se marchaba.

La noche empezó a caer y el alcohol del vino que bebían Camila y Mauricio ya hacia efecto en sus cuerpos, que como dos amantes sin relojes yacían placenteros sobre la cama siempre de testigo.

Eran casi las 11 de noche y Camila advirtió que era hora de salir a caminar.
-Las aventuras callejeras esperan y estas siempre tienen prisa. Le dijo a Mauricio mientras ponía su vestido negro y recogía la gabardina.

-Tu eres la guía, yo solo caminaré a tu lado y como te lo dije hace algún tiempo no pronunciaré palabra alguna.

Ella sonrió y estiró su mano en símbolo de bienvenida.

Salieron a caminar y el frio que caía sobre las calles era inclemente. Sus manos entre los abrigos y la cabeza baja solo daban paso a una sonrisa entre el ‘tiriteo’[1].

-¿Cual es el plan? Preguntó Mauricio
-No hay plan, solo vamos a caminar a ver con que nos sorprende la noche. Ella respondió

Caminaron alrededor de una hora y él impaciente la observó mientras levanto sus hombros en señal de inconformismo. Ella le respondió su gesto con un guiño y le pidió entrar al callejón donde alguna vez sus escritos tuvieron origen. Justo en la carrera 7 con calle 32.

-¿Quieres descansar un rato en el anden? Ella le sugirió.
-Porque no. Él respondió mientras se sentaba.

-¿Recuerdas cuando llegue por primera vez al periódico casi implorando este trabajo? Le preguntó irónica Camila.
-Nunca olvidaré aquel día. Tus manos inquietas y nerviosas, tu mirada tímida y llena de luz. ¡Ay! Camila como te amé desde entonces. El respondió.

Aquella respuesta fue mágica, ella recordó con sinceridad aquel día y entre suspiros lo abrazó mientras derramó una pequeña lagrima invisible sobre su espalda. -Yo también te he amado te lo aseguro. Ella le susurro en el oído.

-Pero debo confesarte algo ahora mismo. ¿Recuerdas mi primera crónica? Aquella que llene de sevicia y sangre para poder ingresar al periódico.
Los expresivos ojos de Mauricio abandonaron cualquier distracción y solo permanecieron inmóviles esperando una confesión. 

-Tuve que hacerlo yo misma para poder desatar aquella espeluznante inspiración.  Lo siento pero así ha sido desde entonces y hoy debías saberlo.

Él aturdido por estas palabras solo continuó inmóvil. Era como si el mundo hubiese detenido su giro por un instante y Mauricio siguiera girando sobre si. Estaba impactado pero consiente de lo que Camila hablaba.

Camila no sabia como él reaccionaría pero sabia que la amaba, así que luego de aquellos minutos de silencio él la abrazo y con un beso como sellando un pacto, ella entendió, sin decir nada que él permanecería así: En silencio.

Era la 1:45 de a mañana del 26 de Enero de 2010 cuando de repente y como interruptor de la escena amorosa apareció Alejandro. Un grito paralizó a los enamorados y Alejandro con sus ojos envenenados por el llanto y sus manos enloquecidas por los celos atravesó una y otra vez una navaja en la espalda de Mauricio.

La escena ahora era de horror. Los gritos de Camila se confundían con las sirenas de la ambulancia y las de la policía. El cuerpo inerte de Mauricio, tendido sobre el anden, derramó toda la sangre que Camila no había podido obtener los últimos meses. Ella suspiro mirando al cielo y se sintió liberada.
Mauricio fue llevado a la morgue y Alejandro aun aturdido por lo ocurrido fue arrastrado por dos policías mientras como un demente repetía: Esta era mi noche con ella y ella lo olvidó por estar con el editor.

Camila lo observó directo a los ojos y en voz baja dijo: Alejandro, no olvidé nuestra noche, esta fue nuestra noche. Te dije que sabrías que hacer y lo has hecho muy bien.

El la miro y con un gesto de odio se despidió…

Contiuará…



[1] Temblar inconscientemente  por el frío.

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