domingo, 12 de enero de 2014

DIARIO DE UNA COLOMBIANA EN TIERRAS LEJANAS (PARTE I)

 Hacer maleta no es el primer paso

 Deseaba viajar más que cualquier cosa en el mundo. Más que cualquier amor de tiempos pasados, pero no lejanos. Más que a la raíz del árbol por mi sembrado. Más que a las páginas del libro que aún no he empezado. Más que a Camila, quien me ha acompañado desde hace tantos años. Deseaba viajar más que cualquier deseo de cumpleaños o más que a los abrazos que ahora tanto extraño.

ORIGEN DEL VIAJE

Todos saben que armar un viaje, con destino a tierra lejanas, necesita más que ganas; necesita tiempo, decisión y para ser franca varios pesos en el bolsillo. Para muchas personas mi viaje empezó cuando hice mi maleta (abril-2013) y decidí dejar de un lado mi obsesión por ‘encartarme’, con el montón de “cositas”, innecesarias que necesita una mujer para abandonar con seguridad su trinchera.   

Pero esto, a pesar de ser cierto, no fue así. Mi viaje empezó 8 años atrás, cuando no por arte de magia, la idea de viajar a Estados Unidos se estacionó en mi mente quinceañera.  Y digo no por arte de magia, porque ahora que estoy acá; tengo la certeza de que por haber sido el primer pedacito de tierras lejanas, que conoció mi adolescente recuerdo de 15 años, fue que elegí este país como primera parada a una aventura que apenas comienza.

Salí de mi casa en Villavicencio, Meta (Llano de Colombia) el 1 de diciembre de 2005 con destino al Aeropuerto Internacional del Dorado de Bogotá. Mis maletas (Plural, valga la aclaración) estaban repletas de fantasias y pesaban una tonelada de ilusiones. Eran las 2:00 AM y tenía el tiempo necesario para llegar a mi vuelo internacional de las 8:00 AM de ese día. Y así fue; luego de despedirme de mis padres y agradecerles una y otra vez por el viaje, volé aquel 1 de diciembre directo a Miami, Estados Unidos y regresé el 12 del mismo mes con las mismas 4 maletas; Pero esta vez con un peso extra: El deseo incontrolable de regresar y continuar la aventura de conquistar otros mundos.

Sin embargo el primer mundo que logré conquistar, luego de mi aterrizaje, fue el de los 11 años de colegio. Los cuales terminaron con un grado el 7 de diciembre de 2006. Entonces me sentí vencedora. Empecé a hacer de nuevo mis maletas, soñando despegar muy muy lejos  (En ese entonces pensaba que el primer paso para viajar era hacer la maleta) y claro que las maletas fueron útiles; pero para viajar a Bogotá, a tan solo 2 horas de mi casa en Villavicencio. Así empezé la batalla en un nuevo mundo: La universidad.

Allí, en ese mundo; Fue cuando el Periodismo se convirtió en mi aliado de guerra más importante para superar esta batalla; la cual terminó victoriosa el 18 de julio de 2012 con un nuevo grado como profesional y un segundo mundo superado.
Sin embargo en mi memoria aún habitaba aquel anhelo adolescente de emprender el viaje. Inicie de nuevo el arduo trabajo de hacer las maletas. Pero esta vez quedaron guardadas debajo de esa escalera que tiene el gran letrero de: HAGA FILA Y ESPERE SU TURNO. Porque le tocaba el turno al mundo laboral. 

Ya era noviembre de 2012 y mis ocupaciones volvían pequeñas mis maletas. Fui necesitando objetos que iba tomando de ellas, haciéndolas cada vez más invisibles, más ligeras; haciéndolas pasajeras de un vuelo perdido.

¿Cómo retomar mi viaje y recuperar el impulso?

Ninguna guerra se gana sin aprender de una batalla perdida. Enfrenté entonces la batalla más peligrosa y la perdí. Perdí mi trabajo en diciembre de ese mismo 2012 de mundos superados. De ese 2012 en el cual anunciaban el fin del mundo, según predicciones de los Mayas. De ese 2012 que acabó de nuevo con mis  maletas en Villavicencio donde alguna vez empezaron.

Fue entonces cuando comprendí que hacer las maletas no es el primer paso.

CONTINUARA...



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